XIV DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO - JESÚS NOS DA A CONOCER AL PADRE.

La hoja de mi Parroquia 313 - Ntra. Sra. de los Ángeles

Evangelio (Mt 11,25-30):

En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera>>.

Jesús nos da a conocer al padre.

¿Podemos conocer a Dios? ¿Tenemos capacidad para descubrir la intimidad de Dios? ¿Queremos conocerle?
Jesús da gracias al Padre porque esta gracia la han aceptado los sencillos y humildes, pero no la han recibido y aceptado los “sabios” y entendidos de este mundo.
Dios no es fruto de una operación matemática ni una cuestión de estudio y de saber humano. Dios es “vivencia personal”, escucha de su Palabra, corazón limpio para recibirle, mirada trasparente para descubrir su presencia. Sólo Jesús, el Hijo amado, nos puede dar a conocer a Dios. No basta el entendimiento y el razonamiento.
Jesús nos invita en este pasaje a que vayamos a Él, para descansar de nuestros agobios y preocupaciones, ya que Él nos aliviará.

Tres cansancios acechan a los cristianos
  • El cansancio de ser cristiano. A esto se le ha llamado el “cansancio de los buenos”, según la expresión del Papa Pío XII
  • El cansancio de afrontar  problemas y situaciones difíciles, problemas a los que no vemos solución.
  • El cansancio de nuestros propósitos que no cumplimos.

Cristo nos llama a cada uno de nosotros, pero no para eliminar nuestros cansancios, sino para “aliviarlos”. Dios camina a nuestro lado, nunca perdamos la esperanza.

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