II DOMINGO DE PASCUA - DOMINGO DE LA MISERICORDIA



El Evangelio (Jn 20,19-31):
Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío». Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos». 

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré».

Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: «La paz con vosotros». Luego dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente». Tomás le contestó: «Señor mío y Dios mío». Dícele Jesús: «Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído».

Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro. Éstas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.





MISERICORDIA QUIERO Y NO SACRIFICIO
Eustaquio Canacho Aldavero - Con Vosotros (Domingo 3 de abril de 2016)

Era la frase que encabezaba el Mensaje de Cuaresma de este año, sacada del pasaje favorito del Papa
porque se ve plenamente identificado: la conversión de san Mateo (Mt 9). Es, por tanto, una cita muy significativa para este año sellado por la misericordia. Esta frase del evangelio es una cita del profeta Oseas (Os 6, 6) más ajustada a la intención del profeta y del propio Jesús si se traduce: «misericordia quiero más que sacrificio u ofrenda»; es decir, Dios no rechaza el culto pero la reverencia y la adoración al Señor son vacíos si no van acompañados del amor compasivo. La compasión y la misericordia son la condición para que sean agradables a Dios las ofrendas del hombre.

La misericordia se le exige al hombre porque es el rasgo más destacado de la actitud de Dios. Es el
estilo de Dios. Frente a los fariseos, que se jactan de cumplir la Ley pero desprecian a los pecadores públicos y a quienes, como Jesús, se acercan a ellos (pero, ¿quién no es pecador cuando examina su conciencia y se pone ante Dios?). Jesús les recuerda con esta cita que Dios, y por tanto la Ley de Dios, muestra la misericordia divina y pide al hombre la misma actitud para no incurrir en un culto vacío que sale de los labios pero no del corazón.

El destinatario del corazón compasivo de Cristo es el pobre en todos los sentidos: el que carece de bienes, el enfermo, el que camina como oveja sin pastor y, como en el texto de la vocación de san ateo, el pecador que necesita conversión. En realidad, todo aquel que se sabe pequeño y necesitado. ¿Necesitas a Dios? Él te cuidará con cariño. En el domingo de la misericordia, ve tú y haz lo mismo con tu prójimo.

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